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P. CARLOS DE VJLLAPADIERNA 2 93 to a las inclemencias del tiempo, debía ocuparme en pregonar .periódicos y revistas. Sensible como era, esto engendraba en mí un gran descontento. Comparaba mi vida con la de otros mu– chachos que veía pasar ante mí, camino de la Facultad de Medi– cina, y mi entendimiento se rebelaba rabioso, diciéndome que esto era una injusticia. Este sentimiento despertó en mí un ansia grande de mayor cultura, de saber más, de hacer algún día una carrera como ellos. Leía todo cuanto caía en mis manos: perió– dicos, revistas, novelas de cualquier color que fuesen. Natural– mente, esta indigestión de lectura causó como inmediata conse– cuencia la pérdida de la fe." Enrique Matorras ingresó, en 1930, en el Partido Comunis– ta. Sus lecturas predilectas eran Marx, Engels, Lenín y Stalin. Se entregó en cuerpo y alma a la organización de "células" co– munistas. Proclamada la República, en 1931, fué nombrado re– dactor de la revista Juventud Roja, y más tarde del Mundo Obrero. Sus artículos emitían ondas de odio contra la Iglesia y la Religión. Sin embargo, los desengaños comenzaron a deprimir su espíritu. Procuró buscar un calmante en el matrimonio; pero esto no llenaba su corazón; su corazón enfermo necesitaba algo más elevado, más sublime y espiritual. Entregóse de lleno a las diversiones, y el resultado final era siempre el mismo: un vacío interior torturante y una noche cada vez más oscura en su alma." "COMPRÉ LA BIBLIA Y COMENCÉ A LEER" "Un día--cuenta él mismo-me dirigí a una librería de li– bros usados y adquirí una Biblia. Comencé a ojearla, más poi cuúosidad que por otro motivo cualquiera. No tenía la menor sospecha de que esto pudiese ser el primer impulso hacia mi

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