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P. CARLOS DE VJLLAPADIERNA dos. Reconocí entonces con el centurión romano que Jesús es el Hijo de Dios. "A mí, San Pablo me distinguió entre todos y me prometió su amor. Pero, al mismo tiempo, no me dejó otra herencia que la condenación si no le seguía." "EL INFIERNO ESTÁ DONDE FALTA CRISTO" "¡Oh, no! Yo no necesitaba que me dijesen en qué consistía el infierno. El infierno está donde falta Cristo. Y ¿qué me im– portaba ya el resto del mundo ante este nuevo y maravilloso ser que se me revelaba?" Desde entonces, todo su egregio lirismo, todo su torrente verbal, toda su potencia de dramaturgo en ideas, en personajes y construcción, desde las "Grandes Odas" a "El zapato de raso" y "El anuncio hecho a María", han nacido y peleado por la fe católica. Su Santidad el Papa Pío XII, en ocasión de una velada en el Palacio Apostólico, en 1950, a la que asistía Claudel, dijo del escritor católico: "Me parecía seguir con la mente y el re– cuerdo el itinerario de un alma poseída y conquistada por la gracia de Cristo, que, a partir del día de la conquista, se esfor– zaba por manifestar el amor de que estaba henchida, siempre con ardor, con entusiasmo, con energía." Claudel, a partir de su conversión, se hace un apasionado del Evangelio, leyéndolo y releyéndolo diariamente. Toda su producción litería rezuma un marcado acento bíblico, signo de una meditación y estudio asiduos del Texto Sagrado. En Claudel se hicieron realidad espléndida y operante las palabras de Cristo a la Samaritana: "Quien bebe de este agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le diere,

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