BCCCAP00000000000000000000429

EL MENSAJE DE LA BIBLIA NIEZTSCHE O LA DESESPERACIÓN DEL HOMBRE SIN DIOS ''¿No habéis oído hablar-dice-de aquel hombre frenético que, en un radiante mediodía, encendió una linterna y corrió al mercado, gritando sin parar: "¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!" Como precisamente estaban congregados allí muchos de los que no creían en El, resonó una gran carcajada: "¿Es que se ha perdido?", dijo uno. "¿Se ha marchado a divertirse como un ni– ño?", añadió otro. "O se habrá escondido, se habrá embarcado, estará de viaje", gritaron confusamente todos, y cruzaron unas risotadas burlonas entre sí. De pronto salta en medio de ellos el hombre furioso, y-atra– vesándolos con su mirada-gritó: "¿Dónde está Dios? Quiero decíroslo: lo hemos matado, vosotros y yo. Todos nosotros so– mos sus asesinos. Mas, ¿cómo hemos hecho esto? ¿Dónde en– contrar ahora consuelo nosotros, los asesinos más tremendos de la Humanidad? A golpe de nuestro puñal ha vertido su sangre lo más santo y poderoso que el mundo hasta ahora poseía. ¿Ha– brá quien borre en nosotros su sangre? ¿Hay agua que tenga vir– tud para quitarnos esa mancha? ¿Qué expiación hemos de hacer o qué ceremonias sagradas habremos de inventar? ¿No es des– mesuradamente grande para nuestras fuerzas la magnitud de se– mejante acción? Nunca se ha realizado en el mundo hazaña más gloriosa, y un hombre cualquiera-con sólo haber nacido des– pués de nosotros-forma parte, gracias a esa acción, de una historia muy superior a todas las que hasta aquí fueron." Con esto calló aquel hombre enfurecido y echó una mirada a sus oyentes. También éstos enmudecieron y le miraron extra– ñados. Por último, arrojó su linterna contra el suelo, que, apaga– da, saltó hecha pedazos. "Vengo muy de mañana-dijo en– tonces-, aún no es tiempo", suceso horripilante, que aún circu– la y corre, pero que no ha logrado penetrar más allá de los oídos.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz