BCCCAP00000000000000000000429

EL MENSAJE DE LA BIBLIA conseguida. Los judíos, con la instalación de varios Minis– terios en la Jerusalén nueva, y los árabes, con la construc– ción de la sexta muralla, declaran elocuentemente cuáles son sus intenciones con relación a la internacionalización ansiada por los cristianos. El pt,oblema no puede ser resuelto ni por ára– bes ni por judíos. Solamente la O. N. U., organismo supranacio– nal, puede intervenir definitivamente. Muy bien comentaba el órgano oficial de la Custodia franciscana de Tierra Santa: "Un católico que no tenga interés en los pozos de petróleo del Pró– ximo Oriente o en Wal Street, no puede demostrar con su voto una despreocupación tan grande respecto de los intereses reli– giosos que van a ser tan directamente afectados por su irres– ponsabilidad." Un cristiano no puede permanecer cruzado de brazos. La internacionalización de los Santos Lugares es una reivindicación justa y necesaria. Jerusalén es la ciudad más santa de la tierra, por ser escenario de los hechos más trascendentales y decisivos para la Humanidad. Si no se llega a una pronta solución del problema de Palestina, nadie puede prever las consecuencias futuras, y nada tendría de extraño que un nuevo foco de guerra mundial se encendiese en aquella tierra santificada por la pre– sencia terrestre del Príncipe de la Paz. Bueno es que, de cuando en cuando, volvamos los ojos ha– cia Jerusalén con el anhelo de que los deseos del Papa sean secundados por las potencias internacionales; y para exclamar también con el salmista: "Por amor de mis compañeros y her– manos, te deseo la paz, ¡oh Jerusalén!" (122).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz