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272 EL MENSAJE DE LA BIBLIA rante siglos soñado y anhelado; al contemplar la fotografía de los barcos repletos de hebreos atracando en Haifa, a uno le en– tra envidia y... casi desearía poseer la sangre de Abraham para gozar de los bienes inmensos de esta nueva tierra de promisión, en la que, según la propaganda sionista, los ríos comienzan a ser de leche y miel... Mas el contacto directo con la realidad des– vanecerá pronto estas ansias, y uno se convence rápidamente de que no es tan halagüeña como afirman los gerifaltes sionistas. Económicamente, Israel atraviesa una crisis honda y sin perspectivas de solución satisfactoria y permanente. Varias son las causas motivadoras de esta depresión eco– nómica: en primer lugar, el campo. Aunque los judíos poseen la región más fértil de Palestina, con las llanuras marítimas de Sarón y Esdrelón, donde abundan los cereales, plantaciones de naranjos, limoneros y olivares, la tierra israelita es de suyo pobre, sembrada de montículos calcáreos y de piedra caliza. En una superficie de tierra de 20.000 kilómetros cuadrados vive millón y medio de judíos. Una buena parte de esta superficie está formada por el Negueb, región situada al sur del país, re– gión en parte esteparia y en parte desértica. Es cierto que el judío ha transformado en cuatro años la fisonomía geográfica de Palestina, gracias al riego artificial; pero la producción agrí– cola es insuficiente para alimentar a los excesivos habitantes de este territorio minúsculo. Por eso en Israel los artículos todos de consumo están estrechamente racionados: racionados los ali– mentos, las bebidas, los vestidos. Hemos visitado alguno de estos tipos de colonización agrí– cola anunciados y hemos quedado maravillados de la enorme producción desarrollada, pero también de la miseria física y mo– ral de sus moradores. Por lo general, las viviendas son estre– chas e insuficientes. En uno de estos quibbuts la comida con– sistía en unas patatas cocidas, un tomate crudo y un trozo de