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26o EL MENSAJE DE LA BIBLIA lencia entre árabes y judíos. Cansada de tantos disturbios y sa– botajes, pero obrando con astucia denigrante en beneficio de las aspiraciones judías, Inglaterra retira sus fuerzas y devuelve sus poderes sobre Palestina a la O. N.U., a quien toca en de– finitiva resolver el espinoso problema. El Organismo interna– cional decreta el 29 de septiembre de 1947 el plan de partición de Palestina; a Jerusalén y Belén se les concede la categoría de territorios internacionales. Pero este reparto no satisface a nadie. Los dirigentes de la Liga Arabe lo rechazan de plano e inician la guerra con Israel. El Estado israelí, con su ejército improvisado, detiene el avance de la Legión Arabe y se apo– dera de las ciudades de Haifa, Jafa, Jerusalén nueva, Nazaret y otras, expulsando a los árabes e incautándose de sus casas y posesiones. La ayuda de Europa y América inclina, pues, la victoria hacia Israel. La paz no se ha firmado aún,. aun– que el cese de las hostilidades venga manteniéndose desde mayo de 1949. Así, gracias al tesonero empeño de las organizaciones sio– nistas y al juego utilitario de Inglaterra principalmente, surge un nuevo Estado, de 20.000 kilómetros cuadrados, quedando ahí, como espada de Damocles, para turbación de las relacio– nes humanas. Su primer presidente es el sabio químico Chaim Weizmann, cargo que desempeña hasta su muerte en 1952. Des– de este momento, el asunto de Palestina concreta toda la cri– sis oriental. El nacionalismo árabe, al contacto violento con el racismo judío, se ve arrastrado al más radical extremismo. El deseo de unidad, profundo, pero con frecuencia confuso entre los árabes, se fortalece con el sentimiento de un fuerte agravio hecho al pueblo árabe y al Islam. Desde este momento, el Oriente Medio, según la terminología sajona, o Próximo, se– gún la latina, se convierte en un río revuelto, que está lleno de tentaciones y promesas para cualquier pescador ambicioso.
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