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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA 23 ciclo honda y decisiva influencia en las multiformes manifes– taciones artísticas del ingenio humano: literatos, poetas, artistas, han bebido en la Biblia los mejores temas de su ins– piración. Podría formarse una cadena interminable de gran– des hombres que han sentido en su vida y su obra el influjo de la Biblia. Basta citar entre los literatos en Italia, a Dante y Tasso ; a Fray Luis de León y Calderón de la Barca, en España; en Inglaterra, a Milton y Shakespeare ; a Goethe, en Alemania; a Racine y Claudel, en Francia. La Biblia ofrece al artista sus imágenes y escenas para que mediante ellas enseñe la religión a las almas. Los cua– dros y telas, las pinturas en cerámica y en vidrio, las minia– turas finas y complicadas, las vidrieras policromas de cate– drales, iglesias y capillas atestiguan en cada nación y en cada aldea la extraordinaria influencia del Libro Sagrado. La Biblia, por su contenido doctrinal, por su elegancia de expresión, por su influencia benéfica e insustituible en to– dos los campos de la actividad humana es el Libro de los Libros, tesoro incomparable de la Humanidad. SIN EMBARGO, HOY POCOS CONOCEN LA BIBLIA Sin embargo, hoy día, pocos conocen este libro divino, y muchos lo ignoran. Hace .treinta años, el Cardenal Mercier se, lamentaba amargamente: «El Nuevo Testamento-de– cía~debería ser el libro de cabecera de todo cristiano que sabe leer; pero entre mis fieles hay muchos cristianos que no han leído jamás y que no poseen en su biblioteca, repleta de panfletos y literatura sin valor, el tesoro divino del Nuevo Testamento.>> Pero no seamos pesimistas. A partir de la En– cíclica Divino afflante Spiritit, en 1943, el entusiasmo por el estudio y lectura de la Biblia se ha multiplicado gozosamen-

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