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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA 21 Y sigue la carrera hacia los 64.000 dólares. Pregunta de 16.000 dólares : Lorntor.-¿ Sabría nombrar, al menos, siete de los once hermanos de José? Seii,ora.--Rubén, Simeón, Isacar, Zabulón, (3ad, Dan, Benjamín... La seííora Kreitzer está segura de su ciencia e intenta un nuevo salto. Pregunta de 32.000 dólares. He aquí una pre– gunta que en realidad lleva inclusa otras tres: Lorntor.-Sabiendo que cuatro discípulos de Jesús se lla– maban Pedro, Mateo, Santiago el Menor y Santiago el Ma– yor, ¿podría enumerar los otros ocho, indicando, además, el oficio de Pedro y de Mateo e indicando el nombre del pa– dre de Santiago el Menor? Sciiora.-Andrés, Felipe, Bartolomé, Tomás, Simón, Ju das Iscariote... Falta todavía un nombre. La Kreitzer repite deprisa la lista y finalmente aííade el octavo discípulo: Juan. Las otras dos partes de la pregunta no encerraban dificultad para ella: Pedro era pescador; Mateo, publicano o recaudador de tri– butos, y el padre de Santiago el :Menor se llamaba Alfeo. La viejecita de Pensilvania era el primer candidato que ha– bía llegado hasta los 32.000 dólares. ¿ Cuántas señoras católicas podrían repetir la hazaña de esta anciana protestante? Para ello se necesita leer la Biblia. La lectura de la Biblia, además de dinero a través de progra– mas de radio o de televisión, nos da luz al entendimiento, fuerza al corazón, nos da a Cristo, eje de la Historia huma– na, esperanza del que viene a la vida y consuelo del moribun do. Leámosla.

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