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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA examinado supera los obstáculos que intercepfan la pista; sí una pregunta vale mil dólares, la segunda vale dos mil, y así sucesivamente. Con nn poco de suerte, una buena dosis de serenidad y de memoria el opositor puede llegar al final de la primera etapa con el premio de ocho mil dólares. En este punto el espectáculo se interrumpe y al candidato se le concede libertad por una semana, transcurrida la cual deberá prsentarse en el audito.rium ele la sociedad para res– ponder a este dilema: ¿ se contenta con los ocho mil dóla– res o quiere seguir jugando al doble, afrontando la pregun– ta sucesiva? ¡Atención, no obstante! Si sucumbe en el pró– ximo obstáculo no tendrá derecho a los ocho mil dólares y deberá contentarse con un premio de consuelo, consistente en un lujoso Cadillac. Si se retira, otro opositor ocupará su puesto, comenzando el juego desde el principio ; si es pa– ciente y le acompaña la suerte puede Ilegar, ele martes en martes, hasta la meta última ele los 64.000 dólares. SEMANA DE ANGUSTIA La semana de intervalo es, naturalmente, una semana de angustiantes reflexiones para el candidato, constreñido a ele– gir entre un premio relativamente modesto, pero seguro, y un premio mucho más pingüe, pero incierto. Es también una semami de estudio, porque los examinadores ponen a su dis– posición tres libros en los cuales se contiene la respuesta a la próxima pregunta. Nadíe puede decirle cuál será la pre– gunta, porque el texto de los «quiz», juntamente con las re– lativas respuestas y los dólares del premio, está custodiado en la caja fuerte del Banco. Las preguntas son elaboradas por un consejo secreto, del cual forman parte, según pare– ce, profesores de Universidad y especia.listas en los diversos

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