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P. CARLOS DE VILLAPADIERXA ta de verdades ciertamente demostradas, la Igíesia las acep– ta y las promueve, pues la verdad, no puede pugnar ni con– tradecir a la verdad; 2) si solamente se trata de meras hi– pótesis y conjeturas, relacionadas de algún modo con la re– velación, lo más ¡prudente, y •científico es reservarse en la cautela, pues, tratándose de hipótesis, hoy puede existir y mañana ser substituída por otra. Si esta hipótesis se opone directa o indirectamente a ia doctrina revelada, no puede ser admitida por ningún católico. , He insistido acerca de los primeros capítulos del Génesis, porque es la cuestión más actual y batallona. Pero el proble– ma de los géneros literarios •debe extenderse a todos los pasajes del Viejo y el Nuevo Testamento. Cada narración, cada género literario debe ser interpretado en conformidad con la naturaleza y propiedades de este género. No podemos aplicar los moldes dé nuestras narraciones, de nuestro modo de hacer historia, a las narraciones de la ,Biblia, !l)OPqne el Texto Sagrado está escrito según las normas literarias de la época. La cuestión ,de los ,géneros literarios compendia todos los demás problemas y orienta en su solución. Nunca podrá llegarse a la comprensión plena y exacta de un pasaje, limi– tándose solamente al estudio filológico y del texto. Es nece– sario colocarlo «en el desarrollo del conjunto literario y doc– trinal, penetrar la psicología del autor, discernir, con sus medios de expresión, la finalidad concreta que se propone, y ver, detrás dé su obra, perfilarse un tranfondo social, quizás también el alma común de una colectividad, con sus sufri– mientos, su fe y sus esperanzas».
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