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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA La Biblia ha sido el libro más traducido, comentado, ana– lizado y estudiado desde el punto de vista filológico. Sin ella, muy probablemente las lenguas antiguas, esparcidas por la geografía del Oriente Medio y países cercanos, seguirían durmiendo el sueño del olvido. El anihelo y la necesidad de una más perfecta intelección de los pasajes bíblicos ha ocasionado el desarrollo y la flora– ción de otras ciencias : la historia y geografía de los pueblos contemporáneos y vecinos, sus instituciones, costumbres, tra– diciones, verdades religiosas ; para conocer el mundo anti– guo y a través de él, interpretar mejor las narraciones bíbli– cas, la arqueología ha escudriñado las entrañas de la tierra en busca de documentos, de vestigios de civilizaciones pasa– das. Gracias a estos estudios la autoridad del Texto Sagrado se ha agrandado esplendorosamente. De este modo, la Bi– blia, además de una significación religiosa profunda y densa, encierra igualmente un valor cultural de primer orden.