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P.:.CARLOS DE VILLAPADIERNA gen o en páginas enteras, las miniaturas complicadas, bri– llantes de oro y de colorido, evocan toda la epopeya del pue– blo hebreo y la vida de Nuestro Señor. Su realismo conmue– ve y enseña más que la perorata de algunos clérigos cultos. BIBLIAS DE P!EDRA En la Edad Media se decoran con imágenes religiosas, con motivos bíblicos principalmente, no solamente los muros, los altares y vidrieras de catedrales, igle,sias y capillas, sino tam– bién los cementerios, las puertas, los pórticos y claustros del santuario de Dios. Se ha hecho ya común la denominación de las catedrales románicas y góticas con el nombre de ((Biblias de piedra». Jamás. se, u1a redactado una historia del Viejo y Nuevo Testa– mento más animada, más directa e impresionante que la es– culpida o pintada en los capiteles, en las vidrieras, en las bó– vedas, en la madera, en la piedra o en el mármol. En la Capilla Sixtina del Vaticano tenemos el ejemplo perdurable de la influenci:i de los temas bíblicos en el arte. El Papa Julio II confía una obra colosal al úmco genio bas– tante seguro de sí mismo para emprenderla. Comenzada la decoración de la Capilla Sixtina en mayo de 1508, se termi– na en octubre de 1512 ; cuatro años durante los cuales Mi– guel Angel pasa por crisis terribles de desespernción y de fa– tigas sobrehumanas. El espíritu se extasía contemplando la grandiosidad de esta obra genial: la meditación es sombría, la visión, trágica, fundada en la Biblia, donde hay ira, ana– temas, horror, diluvio, serpiente de bronce, muerte de Adán, último juicio. Mientras Miguel Angel decora la Capilla Six-

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