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162 EL MENSAJE DE LA BIBLIA ble vigencia. Es la doctrina de quien dijo a los hombres: <fYo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn., 6). «Quien viene ,en pos de Mí no •camina en tinieblas» (Jn., 8,12). «Quien guarda mi palabra no morirá jamás» (Jn., 8,51). LUCIDEZ DE itLEJANDRO DUMAS Alejandro Dumas, el escritor diabólicamente inmoral y degenerado, ha dicho en un momento de lucidez estas pala– bras atinadas sobre los Evangelios, que cito para hacer ver la fascinación que ejercen los libros santos aun sobre espí– ritus extrarviados : «Después de Homero un hecho extraordi– nario e imprevisto ha tenido lugar. En medio de los poemas órficos y védicos, de pronto se ha visto caer del cielo un pe– queño libro, cuyo contenido no iguala un cántico de la Ilía– da o del Ramayana, Y este pequeño libro narraba a los hom– bres la historia más admirable que sus oídos hayan oído jamás y les proponía la moral más pura, más inteligente y más consoladora. La Humanidad se sintió repentinamente reno– vada, transformada con la predicación de ciertos rapsodas venidos de Judea, recitando y propagando por el mundo su poema, con tanta convicción y entusiasmo que se dejaban crucificar o despedazar por las fieras antes que desmentir una sola palabra. Los poemas religiosos se borraron entonces, si no de la memoria, al menos de la conciencia de los hombres. como al p-rimer rayo de sol desaparecen las estreUas, lumbre– ras de la noche)). POESÍA DE LOS EVANGELIOS Los cuatro Evangelios fueron escritos en prosa, pero están animados de un hálito dulce y recatado de poesía. Como

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