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14 PRÓLOGO Hay un tercer motivo que justifica la afirmación de que la Biblia contiene la palabra de Dios. Cristo es el centro de la Biblia. Todo el Antiguo Testamento está enfocado hacia Él, y todo el Nuevo Testamento nos habla de Él. Pero lo esencial de la Biblia, como lo esencial del cristianismo, no es tanto ense– ñarnos ciertas verdades religiosas cuanto enseñarnos lo que Cris– to es. Y Cristo es la suprema revelación de Dios; es su Verbo, su "Palabra", su manifestación externa más grandiosa. Cristo es la clave que nos explica la existencia y el destino del mundo. "Todo tiene en El su consistencia"-ha dicho San Pablo (Col., 1, 17)-, porque todo ha sido creado, en el orden real e histórico, en Él, por medio de Él y con miras o en función de Él. Él es la hnagen externa y visible de Dios invisible. Él es la "Palabra" de DioY. Cuando Dios quiso romper el silen– cio eterno de fa nada, pronunció una sola palabra-dijo San Ignacio de Antioquía (2)-: Cristo, que es el Lagos, el Verbo, la Palabra de Dios. Por Él y a Él iban soldadas todas las criatu– ras en su doble dimensión: como seres con su exfatencia limi– tada y fuga::., y como seres que, unidos al hombre, y por el hom– bre a Cristo, encontraban en Él su destino sobrenaturalizado. Toda la creación está unida así a Cristo, "Palabra" operante de Dios, C/l el mús estricto sentido bíblico de "palabra". Y toda la revelación está condensada en Él, que es la "Palabra" revela– dora del Padre. Como hermosamente escribe San Juan de la Cruz, después que nos ha dado a Cristo, "Dios ha quedado como mudo y no tiene más que hablar". Y a quien pidiese a Dios nuevas revelaciones, "le podría responder Dios de esta manera, diciendo: Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿qué te puedo yo ahora responder o revdar que sea nuís que eso? Pon los ojos sólo en Él, porque en Él te lo tengo dicho todo... El es toda mi locución y respuesta, y es toda mi visión y toda mi revelación ... Y o no tengo más fe que revelar ni más cosas que mani– festar" (3 ). Siendo, pues, Cristo la "Palabra" sustancial de Dios, y sien- (2) Cf. Carta a los jvfag11esios, 8, 2. (3) SAN JUAN DE LA CRUZ: Subida al Monte Carmelo, lib. II, cap. 22.

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