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EL MENSAJE DE LA BIBLIA jeto de un vestido siempre nuevo, el arte. de cambiar el tono de los discursos, según la variedad de sentimientos ; la ap– titud inimitable para expresar la tristeza, el llanto, la có– lera, la pasión, el desprecio, la amargura, el de.seo, la es- peranza ; en fin, el dominio perfecto de la lengua, la belleza, el peso y la densidad de expresión, todo esto sitúa al autor en la categoría de los más grandes maestros de todos los tiempos.>> Nadie como Job ha descrito tan delicadamente, tan poéti– camente y con .tanta elegancia la caducidad y labilidad del hombre: <tEl hombre, nacido de mujer, vive corto tiempo y lle.no de miserias, brota como flor y se marchita, huye como sombra y no subsiste» (14,1-2). «Pues que tiene contados sus días y definido el número de sus meses, y le pusiste un tér– mino que no podrá traspasar, aparta de él tu mirada y déja– le hasta que como jornale.ro termine su jornada» (14,5-6). Y sigue Job, con una imagen bellísima en medio de su senci11ez, narrando la muerte del hombre como término fa– tal impuesto por Dios a la existencia humana : «Porqué toda– vía para el árbol hay esperanza; cortado, reverdece y echa nuevos retoños ; aunque haya envejecido su raíz y haya muer– to en el suelo su tronco, en sintiendo el agua rebrota y echa follaje como planta nueva. Pero el hombre, una vez que Sé acuesta, no se levantará jamás» (14,7-10). Y aquel otro pasaje en que presenta a Dios modelando al hombre como un alfarero : «Tus manos me hicieron y me. for– maron y ¿ de repente vas a aniquilarme? Acuérdate de que me modelaste como al barro y vas a tornarme al polvo? ¿No me, exprimiste como leche, no me cuajaste como queso? Me revestiste de piel y de carne, y con huesos y músculos me consolidaste» (10,9-u).
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