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154 EL MENSAJE DE LA BIBLIA rra, y yaces ahora sepultada en el mar, en lo profundo de las aguas, y contigo cayeron su tráfico y toda tu gran muche– dumbre. Los mercaderes de los pueblos silban contra ti: has venido a ser objeto de espanto, ya no serás más por los si– glos» (Ez., 27, 27 ss). Nadie, en el transcurso de los siglos, ha superado el vi– gor ,de las imágenes, la elegancia de la expresión, la plasti– cidad de sus frases. El Libro de las Lamentaciones, cuyos pasajes recita so– lemnemente la Iglesia en los días de Semana Santa para ma– nifestar su dolor inmenso por la muerte, de Cristo, pertene– ce también a la poesía lírica del Viejo Testamento. Es una colección de cinco poemas elegíacos sobre la rui– na de Judá y la destrucción de Jerusalén. Estos poemas están manifiestamente influenciados por las trenos usados en los funerales antiguos. Aunque no ocupan el primer puesto en la poesía hebrea, encierran, sin embargo, una gran belleza artística. Con vivo realismo el poeta <!escribe la ciudad de Je rusalén asediada por los enemigos, abatida y desolada: «Des– truyó el Señor sin piedad todas las moradas de Jacob... aba– tió en el furor de su ira toda la potencia de Israel... derribó su tienda corno cabaña ,de viña, destruyó su santuario ... sus puertas fueron echadas a tierra; quebrantó sus cerrojos, los ancianos de Sión se sientan en tierra mudos, cubierta de pol– vo la cabeza, vestidos de saco, y las vírgenes de Jerusalén inclinan a tierra sus cabezas ... Mis ojos están consumidos por las lágrimas, mis entrañas hierven, derrámase en tierra mi hígado ante d desastre de la hija de mi pueblo, al ver desfallecer a los niños, aun los de pecho, en las calles de la ciudad.., Cuantos pasan baten palmas por ti, silvan y mueven la cabeza contra Jerusalén. ¿Es esta la ciudad que decían dd

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