BCCCAP00000000000000000000429

P. CARLOS DE VILLAPADIERNA polvo en la balanza. Las islas pesan lo que el polvillo que se lleva el viento» (40, 12.15). Así, por las imágenes que la Biblia toma de la naturaleza, la creación entera es puesta al servicio del contenido doctri– nal: agua y fuego, aire y tierra, lluvia y escarcha, tempesta– des y huracanes, mares y llanuras, arena y arcilla, metales y plantas, piedras y animales. A estas imágenes de la naturale– za se añade otro grupo tomado de la actividad humana: la agricultura, la caza, la pesca, el comercio, las batallas ... El espíritu ,de los poetas y escritores de la Biblia-espíri– tu finamente sensitivo y delicado-estaba ampliamente abier– to a todas las impresiones de la naturaleza y de la civilización. Cada poeta anuncia a su hermanos, con colores y matices di– versos, la grandeza y la acción omnipotente de Dios en el mundo. Cuando se examina el valor estético de la poesía bíblica es necesario prevenirse contra un error en el que se ha caíd'o con frecuencia ; no puede encuadrarse la poesía bíblica en los moldes poéticos de los pueblos clásicos y justipreciarla en comparación con estos géneros literarios. Ningún escritor bí– blico es escritor en el sentido en que lo entienden los grie– gos, los romanos y menos todavía los poetas modernos. «Para el escritor bíblico, la poesía no era un arte, sino una natura– leza, una condición del lenguaje, una necesidad qe ilegar al fin propuesto». Géneros poéticos.-La literatura bíblica desconoce el dra– ma ; solamente encontramos la epopeya y lirismo. La causa de la inexistencia del drama entre los semitas es la distinta posición con relación a Dios. Para los semitas Dios es el cen– tro de gravedad; en El todo se contiene en cuanto señor omnipotente y legislador supremo. De aquí que la personali-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz