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PRÓLOGO 13 Pero, conjuntamente y en virtud de esa accwn divina, sus es– critos eran, real y propiamente, escritos de Dios. Eran "palabra de Dios". Las palabras de la Biblia son humanas, los conceptos son humanos, el lenguaje es humano, el asunto de que se trata es -con relativa frecuencia-humano. Y en esto resplandece la gran condescendencia de Dios, que quiso servirse así de nues– tros medios de expresión, para que rnejor entendiéramos lo que nos quería decir, siempre con miras a nuestra instrucción reli– giosa. Pero todo ese conjunto de instrumentos y cualidades hu– manas, de tal suerte es invadido por ese especial influjo de Dios, que, sin perder ninguna de sus características humanas, queda como impregnado de cualidades divinas y elevado a la categoría de afirmaciones de Dios. Dios se convierte así en autor, propia– mente tal, juntamente con el hombre. Y en esto radica, sustancialmente, la grandeza divina de la Biblía y su diferencia con los demás escritos. Lo que escriben los hombres por sí solos. por muy subidas cosas que digan de Dios, y aun cuando se funden en la verdad revelada y hablen con toda exactitud de verdades religiosas, nunca pasará de la simple rntegoría de escrito humano. Las definiciones dogmáti– cas del Sumo Pontífice y las de los Concilios por él aprobados son verdades reveladas, y sus fórmulas de eXf)resión smi infali– hfes. El origel! de esas verdades es divino; pero el autor de las fórmulas con que se expresan es sólo el hombre. Contienen, y de manera siempre infalible, la verdad; pero son en sí expresión humana. Dios es la fuente de esa verdad y respalda su expre– sión; pero no es autor de esa frase o expresión. Esta es absolu– tamente infalible; prro en sí solamente es humana. En la Biblia no sucede así. Ya nos hable de cosas divinas, ya de cosas lmmanas-¡y c11á11to condescrndió en este aspecto con nuestra pequeíiez y miseria la bondad de Dios!-, tanto las verdades en si como las fórmulas con que se expresan tienen a Dios por autor, juntamente con sus respectivos autores huma– nos. Cada libro, cada período, cada frase de la Biblia son, si– multáneamente, obra del hombre como instrumento y obra de Dios como agente principal. Y si son "palabra humana", son al mismo tiempo, indistinta y absolutamente, "palabra de Dios".

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