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l'. CARLOS DE \"ILLAPADIERNA 127 Oriente, donde vivió como asceta ; en Antioquía oyó las lec– ciones de exégesis¡ de Apolinar de Laodicea, y en Constan– tinopla, las de Gregorio de Nacianzo, imponiéndose en el hebreo. Entre otros trabajos bíblicos realizados por San Je– rónimo, ocupa lugar destacado el que tuvo como fruto lo que hoy llamamos la traducción de la Vulgata. La Vulgata es la versión latina, resultado de la revisión, traducción e inclusión de libros de la Vetus Latina, por San Jerónimo. He aquí, en resumen, de qué se compone la Vulgata actual: San Jerónimo tradujo del hebreo, todos los protocanónicos; del arameo, Tobías y Judit, y del griego los fragmentos deutero– canónicos de Ester y de Daniel ; revisó. el texto de la antigua versión latina para el Salterio, según las Hex8.plas de Orí– genes ; revisó la antigua latina para los Evangelios y las Epís– tolas. El Concilio de Trento declaró la autenticidad jurídica y crítica de la Vulgata. Según el Concilio, la Vulgata tiene autenticidad jurídica, en cuanto que todos deben tenerla como digna de fe y dotada de suficiente fuerza probativa. El Concilio enumera cuatro circunstancias, en las cuales quiere que se use el texto de la Vulgata: en las lecciones (enseñan– za pública o lecturas litúrgicas), en las disputas o polémicas, en la predicación o ejercicio pastoral, en las exposiciones o comentarios exegéticos. Estas condiciones deben ser públi– cas. En privado, el Concilio permite el uso de cualquier tex-– to. Pío XII, en la Divino afflante Spiritu, reconociendo que el uso de la Vulgata preserva de todo peligro de error, en cuanto que está conforme con el text10 original substancial– mente, afirma también, por otra parte, la necesidad, especial– mente en nuestros días, de recurrir a los textos originales para corregir y penetrar mejor el sentido de la Vulgata.

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