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124 EL MENSAJE DE LA BIBLIA lo largo de los siglos han sido miles de veces copiados para transmitirlos a las generaciones siguientes. Es imposible que los copistas, al transcribir los textos, no hayan inadvertida– mente incluído falsas lecciones, cambios de letras, de orden en la frase, sobre todo, cuando la transcripción se hacía en un alfabeto de letras muy similares entre sí. Otras veces, los mismos copistas introducían variantes intencionadas, explica– ciones del texto, pequeñas adiciones o glosas, etc. De ahí, la diversidad de lecciones en un mismo pasaje y en los diferennes códices o manuscritos. En la Biblia, por lo tanto, encontra– mos dife:rencias, cambios accidentales entre unos manuscri– tos y otros. Pero estamos seguros de su integridad dogmática. Es de– cir, los Libros Santos nos han sido transmitidos de tal forma que, en su estado actrual, el texto que ha llegado hasta nos– otros es substancialmente idéntico al primero escrito por los autores sagrados, en lo tocante a la fe y costumbres y a su contenido histórico, en cuanto éste se presenta como funda– mento real de la fe. Es necesario admitñr, claro está, una es– pecial intervención de la Providencia divina, que custodia y preserva de error la transcripción de los Libros Santos a través del tiempo. Los críticos, mediante reglas, comparacio– nes y estudios pacienzudos, se esfuerzan por armonizar las diferentes variantes, buscando la lectura original del texto. 4. Versiones.-Ya desde antiguo, los judíos comenzaron a dispersarse por el mundo en busca de dinero y de medios más confortables vida ; poco a poco se fueron olvidando de la lengua de sus mayores, hablando y conociendo únicamente la de aquellos pueblos donde habitaban. De aquí, la necesidad de traducir la Biblia hebrea a estas lenguas, habladas por los judíos de la dispersión. Lo mismo hay que decir para los li-

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