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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA 107 Filemón, Hebreos y las siete epístolas de otros apóstoles, llamadas Católicas: I y 2 Pedro; 1, z y 3 Juan, Santiago, Judas. 3. 0 Un libro profético: el Apocalipsis. La Biblia Catiólica contiene setenta y tres libros, y si se enumera aparte el libro de las Lamentaciones, sesenta y cua– tro; es una obra maestra en tres t1omos. La protestante tie– ne sesenta y seis ; y la judía, treinta y nueve. Aunque los Protestantes, en teoría, solamente admiten sesenta y seis li– bros, en las ediciones de sus biblias no difieren de la católica en cuanto al número de libros. A pesar de todo, un católico no puede, sin permiso especial, leer biblias protestantes, aun– que no difieran de las católicas en los pasajes y en los libros. Y la razón ya quedó indicada en el capítulo anterior, al es• cribir las normas de la Iglesia acerca de la lectura de la Bi– blia en lengua vulgar el peligro que existe de interpretar, guiado por su juicio propio y exclusivo, erróneamentie, pasa– jes oscuros y de difícil intelección. Artículo IJJ.-Escrit1tra y tradición. LA PALABRA VIVIENTE, MEDIO lJE TRANSMISIÓN DE LA VERDAD En el comienzo de la religión judía no hallamos la escri– tura, sino la palabra viviente, que transmite de padres a hijos la religión revelada a la comunidad elegida. Muchos profetas no escribieron nada y, sin embargo, eran intérpretes autén– ticos de las verdades religiosas. Basta para cerciorarse de es– to, examinar el origen de los libros del Antiguo Testamento y también del Nuevo. En muchos de ellos se recogen tradi-
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