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P. CARLOS DE VILLAPAbIERNA Ió3 Con otros apelativos menos frecuentes se suele :i:ambién nombrar la coiección de libros sagrados: Escrituras, Sagra– das Escrituras, Sagradas páginas, Libros Santos, simple– mente la Escritura, el Testamento. La Biblia, sin embargo, no es un solo libro, sino el con– junto de muchos libros escritos a lo largo de mil quinientos años por hombres diferentes, en circunstancias diversas, de distinta cultura y psicología ; pero milagrosamente aunados todos por el soplo inspirador de Dios, que preserva de error y de contradicción, y, juntamente con el hombre, transmite el libro a la humanidad. LA PALABRA «TESTAMENTO)) La palabra ((Testamento)) es una traducción latina apro– ximativa de la palabra griega diazeke, que entraña una idea fundamental de la Revelación, con grandes repercusiones en el campo de la historia hasta nuest:ros días, la idea de alian– za. El pueblo hebreo ha sido predestinado por Dios para con– servar intacta la verdad religiosa y la llama de la esperanza de un Mesías Redentor; varias veces en su historia, y espe– cialmente en el Sinaí, Dios se compromete solemnemente a proteger con amor benevolente y especial al pueblo escogido, a condición de que éste se someta a las leyes religiosas y morales promulgadas con solemnidad (Exodo, caps. 19-25). Testament10 significa disposición última del testador, rea– lizada según las formalidades legales, y valedera despu<'.,s de· su muerte. Al manifestar Dios a los hombres su voluntad y prometerles en herencia un cúmulo copioso de bendiciones temporales y espirituales, la noción de alianza evoluciona ha– cia la de testamento. Hablando de los tiempos mesiánicos
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