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100 EL MENSAJE DE LA BIBLIA mínísterio de la divina palabra. Su palabra no tendría ni au toridad, ni peso, ni eficacia 'para formar las almas, si no es· tuviera informada por la Sagrada Escritura y no recibiese de ella su fuerza y su vigor.>> «... Nada conmueve tanto como un ejemplo sacado de las Escrituraf Santasn. PlO XII Y Pío XII, abundando en el mismo pensamiento, se ex• presa así en la Di·uino afflante S¡,iritu: «Los sacerdotes, pues, a quienes está encomendado el cuidado de la eterna sah·ación de los fieles, después de haber indagado ellos con diligente estudio las sagradas páginas y de haberlas hecho suyas con la oración y meditación, expongan cuidadosamente estas so beranas riquezas de la divina palabra en sermones, homilías y exhortaciones; confirmen, asimismo, la doctrina cristiana con sentencias tomadas de los sagrados libro,;, ilústrenl;i con preclaros ejemplos de la historia sagrada, y nominalmente del Evangelio de Cris1m Nuestro Señorn. Pío XII añade unas palabras que nos dan pie para indi· car cómo se ha de usar la Sagrada Escritura en el ministerio pastoral: « Y todo esto evitando con cuidado y diligencia aqu('. llas acomodaciones propias del capricho individual y sacadas de cosas muy ajenas al caso, lo cual no es uso, sino abuso de la divina palabra ... » En el empleo de la Sagrada Escritura hay que evitar va· río:, escollos, entre otros, las citaciones apoyadas en una mala inteligencia o interpretación del text10. Hay preaicadores, aun en nuestros días, que invocan textos en apoyo de su tesis, sin preocuparse de investigar el verdadero sentido, fundándose en una mera semejanza verbal, que en el comexto y en la

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