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LA TENDENCIA EREMÍTICA EN LOS PRIMEROS CAPUCHINOS EN ESPAÑA 299 constitucional de confesar seglares. 1 " Pero en realidad la reforma ca– puchina no era una copia o un doble de la reforma descalza; era una fuerza nueva de renovación espiritual mediante la predicación po– pular, como antes lo habían sido, en España, la ascética de la pobreza y la mística de la contemplación irradiadas por las casas de recolec– ción y por los eremitorios de los descalzos. Es representaba una feliz combinación de las dos corrientes franciscanas, ya que unía en sí la vida de oración y de austeridad de los descalzos y recoletos con la multiforme actividad apostólica de los observantes, sobre todo por medio de la predicación popular, la wrdadera especialidad de los capuchinos también españoles. Un factor providencial evitó que el encuentro entre ambas refor– mas, la descalza y la capuchina, resultara dramático y traumático para ésta: la total ausencia de los descalzos en Cataluña, primera zona de la penetración capuchina. Cataluña era la rocafuerte de los recoletos, los observantes que vivían en las casas de recolección y cuya norma de vida había sido así fijada en los estatutos de Quiñones de 1523: «Cumplido con el oficio divino y con la obediencia, el ejer– cicio del religioso ha de ser la lección, oración, meditación y con– templación.» Pero los recoletos no vivían muy contentos bajo los observantes que no siempre respetaban la finalidad específica de la recoleción. Contaban los recoletos catalanes con cinco casas -lo nor– mal eran dos o tres por provincia-, con las cuales en 1576 se cons– tituyen en custodia autónoma para erigirse en 1781 en provincia re– coleta del Smo. Nombre de Jesús o Tarraconense con la agregación de algún otro convento más tres de la provincia de Valencia.17 La provin– cia fue desbaratada casi inmediatamente por Felipe II, pasándose a los capuchinos de Cataluña 40 ó 60 recoletos, entre ellos el B. Nico- 16. Cf. Buenaventura de Carrocera, La provincia de Frailes Menores Capuchinos de Cas– tilla, I, Madrid 1949, 7 En el memorial de 1581 del Comisario general y otros prelados de la Observancia a Felipe II contra los capuchinos se saca a relucir, entre otras cosas, «el poco provecho exterior para las almas» por la prohibición de no confesar (o. c., 27). El general observante Francisco de Sosa en su memorial de 1606 a Felipe III contra la fundación de los capuchinos en Castílla se esforzará en probar que aquéllos no traían nada de nuevo: ni en el rigor, ni en la observancia, ni en el recogimiento, ni en la predicación; lo único nuevo eran la barba y el capucho largo {se olvidaba que también lo usaban los descalzos) (o. c., 32). 17. Véanse P. Borges, Orígenes y vicisitudes de la provincia recoleta tarraconense del Santísimo Nombre de Jesús (1576-1583), en «Arch.Ib.Amer.» II ép. 18 (1958), 151-206; P. Sanahuja, Historia de la Seráfica Provincia de Cataluña, Barcelona 1959, 325 s., 342-351. La logística de los conventos recoletos era muy similar a la de los capuchinos; así por ejem– plo: Tortosa, a media legua de la ciudad; Figueras, en sitio muy ameno; Horta, en lugar desierto, a 2 Km. del pueblo; Escorne1lbou, en empinado monte; Alcover y Riudoms, en ermitas.

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