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296 ISIDORO DE VILLAPADlERNA sido, o fuera, practicado por las reformas españolas. Las tres horas de oración (n. 8) fueron ya prescritas por los villacrecianos y en poco sobrepasaban las dos horas y media en uso entre los descalzos de fray Juan de La Puebla y de fray Juan de Guadalupe y entre los recoletos de España; las prescripciones sobre el silencia (n. 52) fue– ron más rígidas entre los villacrecianos; la milla o poco menos (n. 44) que debía distanciar los conventos de las poblaciones era in– ferior a la distancia normal de los eremitorios españoles situados en parajes «solitarios y arredrados de los poblados»; la una o dos cel– dillas en la soledad del huerto o bosque para los frailes que quisieran «vivir con silencio anacoréticamente» (n. 42) habían ya sido prescri– tas por fray Juan de La Puebla en las ordenaciones para la custodia de los Angeles en 1494. 9 De todos modos, no hay que buscar dependencias, influjos o copias entre las diversas reformas franciscanas españolas y la capu– china. Las mismas causas producen los mismos y la causal de todas estas reformas, era, como hemos dicho, la imitación de la vida de oración y contemplación y de absoluta pobreza de S. Fran– cisco. Y menos todavía hay que cavilar sobre influjos camaldulenses. El tan traído y llevado capucho piramidal -llamado «cuadrado» en contraposición al redondo de los observantes- y que nos ha dado el nombre para la eternidad, aunque fuera una parte del atuendo del ermitaño -de hecho en la región de Camerino «scappuccino» era si– nónimo de ermitaño-, 10 ya había sido adoptado por los descalzos de fray Juan de Guadalupe, llamados por ese distintivo o «hermanos del capucho». El manto corto y la descalcez fueron intro– ducidos también por los descalzos. Tal vez la única novedad capu– china sea la barba larga, típica, como el capucho, de los ermitaños, y concedida a los camaldulenses «pro honestate et qualitate vitae ere– miticae»,11 y pasada con los demás privilegios camaldulenses a nues– tra Orden, privilegios que, como es sabido, fueron solicitados y obte– nidos por los capuchinos para poder agregar a la reforma los miem– bros de otras Ordenes, incluso los observantes. 12 9. Sobre las características de la espiritualidad villacreciana véase Introducción cit., 623- 660; sobre las de la descalcez, Estudios cit., 133-161. 10. Cf. Eduardus Alenconiensis, De primordiis, 52-54; Melchior a Pobladura, Historia generalis Ordinís Fratrum Minorum Capuccinorum, I, Roma 1947, 32 s. (sobre el hábito), 40 s. (sobre el nombre). 11. Bula «Inter multíplices» de Clemente VII (3-9-1529), en Bullaríum Cap., Sobre los posibles influjos camaldulenses cf. Burchardus a Wolfenschiessen, De tionis Camaldulensium in Ordinem Capuccinorum, en «Coll. Franc.» 1 (1931), 59-78. 12. Eduardus Alenconiensís, De primordiis, 48.
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