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308 ISIDORO DE VILLAPADIERNA Miguel de Dei.da (t 1589), exobservante y primer guardián de Blanes, gustaba de hacer oración en una torre o atalaya para estar más re tirado.4 8 El padre Lorenzo de Huesca (t 1591), fundador del con– vento de Valls y gran amigo de los lagartos que se dejaban tocar y tomar por él, en una cueva del claustrillo de Santa Eulalia construyó la capillita de Nuestra Señora de la Pobreza, visitada todos Jos días por los novicios; esta Virgen bajó de su altar para defender a fray Antonio de Segarra (t 1624), a quien apaleaban los demonios. 49 Fray Mauro de Morella (t 1608), corista, pasaba largas horas debajo del altar de una capilla secreta del convento de Alicante; fue tan mortifi– cado en la vista que ignoraba las imágenes que había en el retablo del altar mayor y la clase de árboles del huerto del convento de San– la Magdalena. 5 ° Fray Jerónimo de Jijona (t 1609) «parecía un anaco– reta del destino» por su modestia y mortificación. 51 El famoso predi– cador padre Francisco de Sevilla (t 1615), proveniente de los merce– darios entre quienes intentó una austerísima reforma, no salía de la celda sino para esconderse y orar en el lugar más retirado y secreto, sobre todo los desvanes; en Ollería se hizo una choza de ramas en un rincón de la huerta, donde solía estar de rodillas en quieta ora– ción lo más del día. El padre Bartolomé de Portugal (t 1620), que vistió el hábito en Cataluña en 1587, en sus 33 años de vida religiosa sólo escribió dos cartas, y aun fue menester que la segunda se la escribiera otro religioso, por no tener aquél ni papel, ni tinta ni plu– ma en su celda. 53 El padre Ambrosio de Alcoy (t 1621) «jamás salió del convento al campo a deporte pero ni a la huerta del convento, aunque fuesen los calores del verano muy fuertes, viviendo como un anaco– reta en la soledad del mayor desierto». Fray Diego de Tabernes de Valldigna (t 1623) pasaba las noches y gran parte del día en oración en los lugares más solitarios y escondidos del convento de Santa Magdalena, de modo que cuando no le hallaban decía invariablemen– te el prelado: «Búsquenle, que por esos rincones le hallarán arrebata- 48. o. c., 25-28. 49. O. C., 38-41; Ildefonso de Ciáurriz, o. c., 64-81; sobre fray Antonio de Segarra, cf. Biografía hispano-capuchina, 498-501. 50. Biografía hispano-capuchina, 234-239. 51. O. c., 292 s. 52. O. c., 373-400; Ambrosio <le Valencina, o. c., I, 74-78. 53. Biografía hispano-capuchina, 465-467. 54. o. c., 474-477. 55. O. c., 504-507 (506).
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