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302 ISIDORO DE VILLAPADIERNA El estadillo de los 26 conventos fundados antes de 1618 24 es por sí elocuente: Santa Eulalia de Sarriá (1578), en lugar desierto al pie de un monte pero sano, escogido después de la primera experiencia en Santa Madrona donde todos habían enfermado; Montecalvario ( 1578), a una pequeña milla o cuarto de hora de Barcelona; Valls (1579), en la ermita de S. Jerónimo, a más de una legua del poblado y en «lugar montuoso de poca tierra y menos agua», y que tuvo que ser trasla– dado en 1585 junto al santuario de Nuestra Señora de Lladó, cerca de la villa; San Boy ( 1580), dejado en 1596 por malsano; Gerona (Las Ermitas, 1581), muy distante de la ciudad, en lugar solitario y secano y de pésima construcción; Manresa (1582), en desierto, y bajo su claustro la cueva que se cree fue la célebre de S. Ignacio; Solsona (1582), a más de una milla, en monte, pobrísimo y estrechísimo; San Celoni (1582), en la ermita de Nuestra Señora del Puig de Bellver, en secano, y donde para colmo la cisterna se negaba a retener el agua hasta que no hizo un milagro el buen padre Gabriel de Ocaña; Villa– franca del Panadés (1582), a una legua de la villa; Blanes (1583), en un monte alto y dificultoso de subir, con bellísima vista sobre el mar, pero de pésima construcción; Banyoles (1583), junto a la ermita de S. Martiria, dejado por malsano en 1638; Granollers (1584), no lejos de la ciudad; Figueras (1584), junto a la ermita de S. Roque; Tarragona (1589), no ciertamente el que visitó el padre Felipe de Florencia en 1692, cerca del mar cuyas aguas bañaban casi la clau– sura, con bella vista también sobre la campiña; 25 Lérida (1598), fuera de los muros; Cervera (1606 ), sin otra agua para la huerta que la de los aljibes; Vich (1607), todavía sin agua en 1616; Tortosa (1609), no lejos de la ciudad pero con agua ruin y necesitado de cisterna toda– vía en 1616; Igualada (1609), poco distante de la ciudad; Mataró (1611), junto a la ermita de la Expectación, fuera de la villa. A estos hay que añadir los seis conventos fundados en el Rosellón entre 1580 y 1590: Perpignan, Céret, Prades, Thuir, Vinc;a y Elna, ninguno en mejores condiciones que los catalanes. Corno se ve, predominan los conventos alejados de los poblados más de lo normal o construidos junto a ermitas, es decir, en lugar despoblado y solitario. Los únicos conventillos que tal vez pudieran competir con los italianos, situados generalmente en bosques y colla- '""' ,-,- 24. Sobre estos primeros conventos véanse: Gotholomensis fundatio Provincia:, en «Anal. O.F.M.Cap.» 5 (1889), 351-358; Basili de Rubí, Un seg/e de vida caputxina a Catalunya. Aproxímació historico-bib/iogriifica, Barcelona 1978, 51-329. 25. Philippus de Firenze, Itinera mi11istri genera/is Bernardini de Arezw (1691-1698). I. Per Hispaniam, in lucem edidit Marianus d'Alatri, Roma 1973, 271.

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