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LA TENDENCIA EREMÍTICA EN LOS PRIMEROS CAPUCHINOS EN ESPAÑA 301 Cataluña en 1578, había conocido sin duda la generación del 1536; la vida capuchina la vivió en Lombardía y sobre todo en Nápoles. Ini– ciador y responsable de la vida capuchina en España, su programa y preocupación constante fue mantener el espíritu primitivo de la re– forma e incluso acentuarlo con el favor de la mística y geografía es– pañolas, demostrando que la nueva familia capuchina no era inferior, y si superior, a las familias franciscanas de los recoletos y descalzos en el recogimiento, austeridad y pobreza. Apenas puesto el pie en Cataluña, en la morada provisional de la rectoría de S. Gervasio a media legua de Barcelona, introdujo tres horas de oración mental, el parámetro contemplath'o de Albacina y de los descalzos. 20 Siendo la función del convento capuchino practicar y testimoniar la pobreza y el recogimiento, el padre Alarcón -según el padre Miguel de Valladolid, testigo de la primera hora- «queriendo dar forma a los religiosos de la provincia para mortificar el sentido de la vista y para apartar de sí la ocasión de distraerse no sólo procuró mientras vivió tomar para su habitación lugares solitarios y remotos de los pueblos, mas aun los edificios que hacía eran más toscos, más pequeños y más pobres de lo que pudieran ser sin faltar al rigor de nuestra regla y constituciones». 21 En general la ubicación y construc– ción de los conventos fueron desacertadas, añadiendo a la exagerada distancia una casi absoluta incomodidad interior y exterior. El pro– vincial padre Dámaso de Castellar y dos definidores en una exposi– ción presentada al definitorio general de 1616 lo atribuyen a las pri– sas de efectuar o aceptar las fundaciones ante «la notabilísima con– tradicción de los observantes», y por eso los Padres fundadores «no tuvieron el cuidado que fuera razón de la elección de los sitios, algu– nos de los cuales es cierto que se pudieran tomar más cerca de los lugares en regadío, y se tomaron lejos y en secano; cualquier ermita tuvieron por buen sitio y así tomaron muchas como fácilmente se pueden contar: Elna, Figueras, Bañolas, Gerona, Blanes, San Celoni, Manresa y Valies».2'.l Esto sucedió bajo provinciales no catalanes, ca– rentes del pragmatismo catalán, algo se mejoraría cuando fue pro– vincial el padre Dámaso de Castellar.:0 3 20. Cf. Ambrosio de Saldes, Crónica inédit,1 de los Frailes Menores Capuchinos de la pro– vincia de la Madre de Dios de Cataluña, en «Est.Franc.» 7 (1911), 98; cf. C[alasanz] de Ll[avaneras], Biografía bispano-capucbina, Barcelona 1891, 107 y 594. 21. Ambrosio de Saldes, art. cit., 94 s. 22. L c., 94. 23. Durante su mandato se fundaron Vich, Tortosa e Igualada; bajo el siguiente provin– cial, Miguel de Gerona, el convento de Mataró.

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