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ves Santo. Se afanaba para que todo estuviese lo• mejor posible, tanto en la abundancia de luces co– mo en la de flores. El hacía de electricista, de car– pintero, de todo lo que fuese necesario para que· el tror.o del Señor Sacramentado fuera ese día 10, más esplendoroso posible. En el confesionario-segúh testimonio de mu– chos de sus penitentes-hablaba con frecuencia de· la devoción a la Eucaristía y en una estampa es-; crita para una de sus dirigidas el 21 de febrero de 1943 se leer.e estas palabras: "El amor eucarístico poco a po~o penetra el alma .Y penetrándola la pu– rifica, y purificándola la asimila, y asimilándola la transforma, que pueda decir: "No vivo yo, vive· Jesús en mí." Si amáis a Dios, atraed a todos a su amor." (San Agustín.) Estando opE•rado en el Sanatorio Bilbaíno mandó> ,.-. h i.-:(:rmar.a que estaba de vela que fuese junto al Sagrario, "pues era la hora en que el Señ.or esta– ba más solo". Esta soledad del Sagrario le impre– .sionaba sobremanera y siempre que podía trataba de aliviarla con su presencia. Muc:lrns noches, siendo Maestro de novicios, para. no llamar la atención,, iba con éstos al noviciado, ·pero al poco tiempo, cuando él sospechaba que, los r.ovicios estaban dormidos, salía sHenciosamente y se dirigía bien al coro, bien a la tribuna y allí r,e estaba hasta altas horas de la noche haci-endo com– pañía a su buen Jesús Sacramentado. ¿Quién podrá:. describir los dulces coloquios de su alma y el fue– go de amor que consumiría su corazón? 91

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