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que, estando bien, rara vez se había sentado, y las veces que lo había hecho había sido por no poder sufrir un fuerte dolor de riñones que, de cuando -011 cuando, le aquejaba. Muchas noches, después .de Maitines, se quedaba en el coro, sumido en fer– vorosa oración ar.te Jesús Sacramentado y cuando, _ya enfermo, no podía bajar a la iglesia ni asistir al coro con la Comunidad, se sentaba en una e: , las tribuna.s frente al altar mayor y allí permanecía largo tiempo haciendo compañía al Solitario de nuestros altares. En sus pláticas solía insistir mucho en' esta de– voción y decía "que no se podía concebir un reli– gioso capuchino sin una intensa y tierna. devoción .a la Eucaristía". "Fíjense-decía-en las lecciones del Oficio Di– vir.o, cómo de todos nuestros santos se dice que fueron muy devotos del Santísimo Sacramento." Al dar la hora el reloj, al comenzar cualquier' ocu– pación, hacía que sus novicios hiciesen una comu– nión espiritual y él lo practicaba con una frecuen– cia increíble. Siempre se le veía cor.• el rosario en la mapo pasando suavemente las cuentas, y cada cuenta que pasaba era una comunión espiritual, se– gún confidencia suya a un alma muy espiritual. Otras veces sus comuniorses espirituales se· con– vertían en una prolongada meditación. Én los pa– seos con los novicios, después de rezar el Santo Rosario, o simplemente las Letanías, el P. Diego rlecía en alta voz: "Comuniór: espiritual", y aque– lla con,unión se prolongaba a veces a cinco, diez y

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