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X Aunque el P. Diego fue un alma mística en el sentido más estricto de la palabra, es decir, con– templativa, no obstante fomentó con gran interés la práctica de algunas devociones y se sirvió de ellas para vivir más intensamente su vida de unión con Dios. Su oraéión era, más que con los labios, con el corazón, se le veía en el coro o en la iglesia de rodillas, ligeramente inclinado, los. ojos cerrados y todo él sumido en el más profundo recogimiento. Pero a pesar de esto practicaba una serie de devo– éiones piadosas que bien pudiéramos llamar des– ahogos externos de su grande amor a Dios. Entre estas devociones las más queridas fueron, sin duda, la devoción a la Eucaristía, a la Santa l\1isa, a la Santísima Virgen y a nuestro Padre San Francisco. De -su devoción a la Eucaristía ¿qué podremos decir sino que fue siempre el centro de su inten– sa vida espiritual? Sólo verle hacer la postració:1. ante el Santísimo al entrar o salir del coro causa– ba devoción. Durante la oración ele Comunidad, la misa conventual y, en general, siempre que esta– ba en la iglesia, jamás se sentó por respeto al Se– ñor Sacramentado. Solía decir cuando cayó enfer¡110 88

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