BCCCAP00000000000000000000425

ocasión que uno de los novicios le estropeó una ele ellas, exclamó con su ·habitual estribillo: "Bendi– to, ber.dito; ha ido a dejar caer la mejor de todas." Este su amor a las flores quería que lo tuviernn también sus novicios y cuando veía a alguno que "le gustaban las flores le miraba con especial pre– dilección y, en cambio, ¡cuánto sufría cuando le destr.ozaban algo en el jardín! En cierta ocasión mandó a uno de los nov1c10s quitar las hierbas de un semillero de margarita~. El novicio, que en su vida había visto cosa seme– jante, creyendo que todo eran hierbas, arrancó _cuanto encontró en el semillero. Cuando el P. Dk– go vió el destrozo, echándose las manos a la cabe– za, r.o hacía más que repetir: "Bendito, bendito. Pero ¿qué voy a hacer con Vuestras Caridades? Cuanto más perfectos los quiero parece que se em– peñan en llevarme la contraria. Su aspecto exterior respiraba todo él castidad. "Era muy recatado en la vista", asegura un re– ligioso. "Era la modestia andando", dice otro. En efecto; siempre llevaba los ojos bajos y co– rregía con dureza a los novicios que no eran mor– tificados en la vista. Hablando de los rel' giosos que no tienen cuidado con los ojos, sino que los llevan derramados por todas partes, solía decir "que a esos tales de ordinario les sucede lo que a los pájaros que se tiran del nielo antes de tiempo, que caen indefectiblemente en las garras del gato."

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz