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Bilbaíno y eü la Clínica de San Antonio alegando humildemente que él debía ir al hospital,- que éra donde iban los pobres. ro donde su pobreza fue extrema fué en eI manejo del dinero. El precepto ele la Regla fran– ciscana en este punto lo cumplió con el máximo rigor. Una de sus dirigidas asegura "que nmca quiso recibir dinero y a los que querían entregarle una limosna en metálico les remitía siempre o al P. Guardián o al hermano portero". Su espíritu de pobreza se extendía también a no tener apego a nadie, kcluso a su familia. Desde que entró en la Orden sólo estuvo en su pueblo con motivo de la muerte de sus padres. Estando en León el año 1937, algunos de sus farniliarrn le sn - plicaron que fuese a pasar unos días al pueblo, y, más tarde, enfermo er: Bilbao, algunos de sus so– brinos le insinuaron que no le vendría mal pasar una temporada ere el pueblo para reponerse, a lo que él contestó enérgicamente: "Antes que ir a casa prefiero ir a misiones; por– que en casa de la famil'a el religioso no gana n,ada." Este mismo desprendimiento lo practicaba con los seglares. A pesar de haber vivido durante cua– renta y un años, casi sin interrupción, en el con– vento de Bilbao, jamás salió de visita, y cuando fue a casa de los seglares lo hºzo para cumplir su sa– grado ministerio de confesar o por alguna necesi– dad de sus religiosos, siendo Superior. Al ser eva– cuado a Francia, duran,te el período rojo, no se des- so