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ñerías, pero que él los consideraba como síntoma, de fervor o de decader.cia en el espíritu de umor a: la pobreza franciscana. Decía que nuestra Orden había sido dada al mun– do para que sirviese de ejemplo de pobreza y so-– lía comentar la grata impresión que producía en– tre los seglares el capuchino vestido pobremente. y, en cambio, el mal ejemplo que se daba presen– tándose ante ellos cor~ modales y objetos complet3- mente mundanos. Decía que los religiosos que se· portan de esa manera frívola y poco conforme con. la austeridad capuchina, eran hijos de "D. Fran– cisco", en cambio, los que se presentaban -con dig– nidad religiosa, humildad y pobreza, eran los ver– daderos hijos de "$an Francisco". Para hacerles practicar a los novicios este espí-– ritu de pobreza tenía buen cuidado de que los há-– bitos J:üeran remendados, así como el manto y él;)•· m3.s prendas de vestir. Lo m!smo hacía con los ol> jetos que tenían ~n la celda. Cuando veía algo que c,,esdecía de la austeridad propia de la Orden, ser fo quitaba y además imponía una saludable pen'. tencia. En cambio, ¡cómo le alegraba que sus :r.ovt~ cios fueran senc'illos, humildes, pobres, desprendi– d0s de todo!... Para animarles a practicar tan sar. ~a virtud refería y comentaba con frecuencia lafi palabras del Seráfico Padre: "Y los frailes todos se vistan de viles vestiduras y puedan remendadas, de sacos y de otros remier.dos, con la bendición do Dios." Lo mismo hacía con lo que prescriben iafl. 7'r

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