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El P. Diego tenía a la sazón veintiocho años. Ni que decir tiene que un joven de su espíritu, que había dejado el m'nisterio parroquial en busca ele una mayor perfección, se asimiló inmediatamede la forma de vivir de los capuchinos, y la practi– có con todo el fervor d2 su juventud. Más tarde, en sus pláticas a los novicios recorda– ba con frecuencia los primeros. años de su vida ca– puchina y les ejemplos de los religiosos que él conoció al ingresar en la Orden. Entre otros ci– taba, con especial devoe:ión y frecuencia, al muy reverendo Padre Pío el€ Antillón, muerto en olor de santidad el año 1905 01 nuestro conver.to Lle Fuenterrabía. En el Necrologio de la provincia de Castilla se dice ele este santo religioso que "fué un experto director de almas y muy asiduo al confesionario y que su vida fué ejemplo vivo y admirable de todas las virtudes religiosas, singularmente ele la pobre– za, observancia regular, mortificaciórc y oración, en la que estaba casi. de continuo". Nótese en esta semblanza fiel retrato de lo que fué el P. D;ego y se verá la gran influencia que tuvo el P. Antillón en la formación religiosa y espiritual de nuestro biografiado. Precisarnent;e er. el convento de Fuenterrabfa fué donde el P. Diego hizo su profesión solemne el 29 de enero de 1905, el mismo año en que muri5 el P. Antillón, y la muerte de este santo relig:oso debió impresionar hondamente a nuestro P. Diego, 74

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