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Durante su estancia en el sanatorio bilbaíno y en la Clínica de San Antonio llamó poderosamente la atención precisamente por su obediencia. -Obedecía con gran humildad-dice don Fernan– do Ortega-,y nunca puso reparo a nada, ni dió se– ñales de exigencia o descontento, sino que hacía humildemente cuanto se le mandaba. Cuando en el convento su joven enfermero le in– c1icaba algo, siempre contestaba con la misma· sen– cillez: "-Si 1ñe manda... , si me manda... , odehe– ceré." Así fue el P. Diego. Un ejemplo admirable de obe– diencia. 71

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