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"-Fue modelo de religiosos, muy amable, muy afable y muy bondadoso." Y que otro haya podido asimismo decir: "Nunca tuve un Guardián tan ca– ritativo como el P. Diego." Pero cuando su caridad fué aquilatándose más y más fue en¡ los últimos años de su vida. Diríase que, a pesar de encontrarse lleno de achaques y enfermedades, no tenía más preocupación que mi– rar por los demás. Uno de los religiosos, que duran– te algún tiempo fue enfermero del P. Diego, nos ha dicho lo siguiente: "Era muy atenlto y delicado en el trato con to– dos. Cuando yo iba a verle, antes de preguntarle por su salud, ya él se me había adelantado intere– sándose por mí; me invitaba a sentarme, y aun:1ue estuviese rezando el Rosario (cosa habitual en él), le colgaba del respaldo ele la silla e iniciaba él mismo la conversación, que siempre era de cosas espirituales o ele mis ocupaciones." A todos cuai1tos iban a visitarle a la celda les recibía sonriente e invitaba a tomar asiento. Su conversación era humilde y caritativa, interesán– dose por todos y por todo. Estando ele paso en\ Bilbao el año 1956, fuí a ha– cer una visita al P. Diego. Hacía muchos años que ·no le veía. Me recibió con los brazos abiertos y con grandes muestras de alegría. Después de char– lar un buen rato y, sabiendo mi delicada salud, me preguntó si había merendado. Le dije que no, pero que lo haría. Entonces él hizo ademán de buscar f,2
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