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fensa con estas o parecidas palabras: "Si .no es tan malo; lo que pasa es que no ha "entrado". Ya vimos lo que significaba en labios del P. Diego la palabra "entrar". Y cuando veía que la votación iba a ser negativa, entonces, con la voz apagada por la emoción, insistía: "Vamos a es– perar, si les parece, otros tres meses a ver si para la próxima votación hemos conseguido que "eru– tre". La perseverancia de los novicios ·era su máxima preocupación y ya hemos visto el gran disgusto que se llevaba cuando se veía obligado a despedi:r a alguno de ellos. También dió pruebas de su gran caridad en la fundación del convento de las Religiosas Capuchi– nas de Basurto. Gracias a él se llevó a feliz térmi– no la obra, a pesar de las innumerables dificulta– des de todo género que tuvo que vencer. Fu$ una de las grandes ilusiones de su vida y una de las que más humillaciones le acarreó. Los señores de Novia de Salcedo, que sen)tía::1 gran veneración por el P. Diego, regalaron los te– rrenos que hoy ocupa el monasterio, y además vendieron una parcela contigua que. fué valorada en 250.000 pesetas, cantidad que entregaron\ ínte– gra al P. Diego para la fundación. Esta misma fa– milia costeó todo el menaje de la iglesia y sacris– tía, y donación suya es también el mármol que hay en el presbiterio, procedente de la capilla-pan– teón, dedicada a Sari: Juan "Ante Portam Latinam",

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