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el confesonario, la experimentaban también cuantos se acercaban a él en plan de visita. El religioso en– fermero encargado de asistirle en los últimos años refiere que, "siempre que entraba en la celda del Padre Diego, experimentaba un consuelo muy gran– de y al salir de ella lo hacía completamente satis– fecho en el espíritu". La paz, la tranquilidad espiritual, erán el gran regalo del P. Diego a cuantas almas se acercaban a él. Los testimonios que pudiéramos aducir son muchos, pero sólo vamos a referir algunos. Sea el primero el de D. Mariano Elías. Suyas son estas palabras: -"Al retirarme del confesonario del P. Diego sentía una grande paz y tranquilicl::>.6 espiritual junto con la seguridad de que Dios me había per– donado." -"Siempre que me retiraba ele su confesonario lo hacía completamente tranquila. Siempre me de– jaba el alma en paz." Así se expresa la señora c'e González Ibarra. -"Daba muchos ánimos y salía uno ele su con– fesonario transformado y tranquilo", afirma el señor Elorza. -"Sus palabras daban una tranquilidad inmensa". añade el Excmo. Sr. Duque de la Vi.ctoria. Y una de sus más asiduas dirigidas se expresa en estos térh1inos: --!'Al salir ele su presencia me sentía renovada y más animada. Con ningún director he sentido (:Sta paz." 34

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