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€S, para que nadie pueda gloriarse ante Dios?" (I Cm·., I, 27). ¡Cómo podemos poner en labios de nuestro ben– dito P. Diego las palabras del mismo Santo Apóstol cuando a renglón seguido afiade:• "Y me presenté a vosotros en debilidad, temor y temblor; mi palabra y mi predicación no fué en persuasivos discursos de humana sabiduría, sino en la manifestación y el po– der del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios"! (I Corr., II, 3). · -,"¿Qué veían en él-pregunta el Cronista del convento de Bilbao-para que acudiesen a su confe– sonario hombres, mujeres, religiosos y religiosas de distintas Ordenes buscando no sólo confesarse, sino también su dirección espiritual? A esta pre– gunta no es posible dar otra contestación que las palabras que anteceden de San Pablo." El don sobrenatural que el Sefior concedió 8] Padre Diego para dirigir a las almas supo él em– plearlo en 'tan santo servicio con toda fidelidad y humildad. Dios puso en sus labios esa eficacia y ese don llamado con toda propiedad penetración de los espíritus. -"Tenía una mirada penetrante que impresio– naba y calaba muy hondo--dice el Sr. Ortega-, y además poseía en grado sumo la sabiduría del cono– cimiento de las almas." -"Sus consejos-afiade el P. Lojendio, S. J.-– eran de una elevación enorme." 31
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