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IV El día 29 de septiembre de 1958, fEcha en que el P. Diego abandonó para siempre este mundo, se •cerró en el Convento de PP. Capuchinos de Bilbao uno ele los capítulos más impresionantes de espiri– ·tualidad. El P. Diego, en el silencio de su confeso– Tiario, había realizado una labor difícil de conti– ·nuar. Al morir él desapareció para siempre no sólo un religioso ejemplar, sino también uno de los grandes directores de espíritu, al estilo de San Fran- . -cisco de Sales o del Santo Cura de Ars. Por delante de su cadáver pasaron, en silenciosa procesión, hombres y mujeres de todas las clases :Sociales, a fin de ver por última vez al que en vida, -fue por espacio de dieciocho, veinte y más años, ,el padre cariñoso, el fiel consejero, el indiscutible •director de almas.· Dios le escogió para 8Sta difícil misión desde los primeros días de su sacerdocio. Recién salido del seminario fue destinado, en ca– lidad de Coadjutor, a Benavides de Orbigo (León) . .Su entrada en el pueblo no debió ser muy espec– tacular. Cuentan que una viejecita, al verle tan -sencillo, tan poca cosa físicamente, exclamó un tan– io decepcionada: -"¡Qué curita más ruín nos han mandado!". ::28

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