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-<''A la hora en que nosotros nos levantamos– decía-los del mundo o están durmiendo o están ofendiendo a Dios". Para entusiasmar más y más a los novicios en el amor de esta-mortificación, solía referirlos los ejem– plos de religiosos beneméritos por su virtud o por sus cargos, que acudían todos los días a Maitines a media noche, entre los cuales nombraba al Muy Re– verendo P. Pío de Antillón, muerto en olor de san– tidad en el convento de Fuenterrabía el año 1905, y al Muy Reverendo P. Ladislao de Rionegro, dos ve– ces Provincial ele Castilla, que impresionaba enor– memente a los novicios que le conocieron cuando, agarrado al pasamanos de la escalera del coro, en– traba poco menos que arrastrándose. ¡ Cuánto sufrió el P. Diego, dado su amor a esta mortificación, cuando más tarde, sobre todo después de la guerra española, los Superiores se vieron en la precisión de conceder alivios en este particular! Los tiempos han cambiado y los horarios de nues– tras comunidades ha sido preciso acomodarlos al servicio y utilidad espiritual de los fieles, aunque para ello haya sido necesario ceder en algunos pun– tos de nuestra mortificación exterior, pero quede aquí como grato recuerdo para el P. Diego y para todos nuestros Padres antiguos que como él practi– caron esta penitencia en toda su integridad, la más profunda admiración y el más grande de nuestros respetos.

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