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Durante el período rojo, estando en casa del Sr. Larrea, un religioso le advirtió que se le oía al– gunas veces darse la disciplina, por lo que el Pa– dre Diego, todo sencillez. y humildad, añadió: ''Bendito, habrá entonces que usar más horas el cilicio." Lo cual nos demuestra que lo llevaba o diariamente o al menos con mucha frecuencia. Otro tanto podemos decir del uso de la cama du– ra. El P .. Diego no sólo se contentaba con dormir en jergón de paja sobre tablas, como es costumbre, sino que prescindía incluso de él y su lecho de dormir eran las desnudas tablas cubiertas con una manta de ínfima calidad. Silla jamás usó m.ientras estuvo bien de salud, sino un sencillo banco de madera sin respaldo. Pero su mortificación más amada y defendida con mayor ahinco, fue el levantarse a rezar Maitinés a media noche. Los antiguos capuchinos conservaron esta santa costumbre con todo rigor y la defendio– ron como alg'o peculiarísimo de nuestra Orden. El P. Diego jamás se dispensó de esta austeridad y era siempre el primero en llegar al coro. Solía decir a los novicios que en el contiguo Hos– pital de Basurto se habían dado casos de conversio– nes motivadas por el toque de la campana del con– vento llamando a Maitines a media noche. Así mis– mo contaba que· el toque de Maitines de los capu– chinos era conocido en toda la ciudad, siendo mo– tivo unas veces de alabanza y no p.ocas de remor– dimiento. 19

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