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los jóvenes aspirantes el auténtico espíritu fraÍ1- ciscano, que es de austeridad, humildad, espíritu de pobreza y de obediencia. La austeridad del P. Diego fue típicamente capu– china y la practicó sih la. menor concesión durante su larga vida hasta en los años últimos en los que · apenas podía hacerlo a causa de sus múltiples acha– ques y enfermedades. Esta austeridad de la Ordea fué una de las cosas que más inculcó a sus jóvenes novicios y en ello quiso que salieran bien formados. Había recibido de un Superior esta consigna: "For– me novicios varonUes, no melindrosos que no son . capaces de sufrir la más ligera reprensión del Su– perior, como si fueran frágiles vasos de vidrio". E.l P. Diego procuró cumplir este mandato con toda fidelidad y es cierto que nunca defraudó las espe– ranzas que en él pusieron los· Superiores. ,Como un Padre bondadosísimo, más aún, como la madre más cariñosa, cuidó de formar social, espiritual y re– ligiosamente a sus queridos novicios y esta es, sin duda, su gran obra que permanece aún con el mar– chamo que él la logró imprimir. Los que le tuvimos de Maestro hoy recordamos con agradecimiento no sólo .el ejemplo de sus gran– des virtudes, sino también la orientación y forma– ción espiritual que supo imprimir en nuestra vida de religiosos capuchinos. Era un capuchino de cuer– po entero. Pobre, desprendido, humilde, amante de· la observancia regular. Vivía intensamente la vida religiosa y la hacía vivir a cuantos entraban en contacto con él. 13".

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