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La vocación del P. Diego al ~acerdocio ya hemos dicho que debió comenzar siendo muy niño. Cum– plidos los quince años empezó a estudiar en la preceptoría de Congosto y el año 1880 ingresó en el seminario de Ac;torga, donde continuó sus estu– dios hasta el año 1897. El día 18 de diciembre del siguiente año 1898, recibió la ordenación sacerdo– tal. De su vida de seminario sólo sabemos que en– tre sus compañeros gozaba de fama de piadoso y de entonces es la anécdota, que, por ckrto, dice mue110 en favor de la integridad de costumbres del P. Diego. Algunos de los seminaristas, burlando la vigilancia de sus superiores, solían salir a cliver– tirse en la Ciudad. Nótese que estamos hablando ele les años 1890-1897. Castigados por semejante in– disciplina, se levantaron en huelga y de2idieron no acudir a clase al día siguiente, en señal de pro– testa. Sólo el joven Germán 2,cudió, como de cos• tumbre, pero sus compañeros, molestados por aque– lla falta de solidaridad, le propinaron una buena paliza. Al .poco tiempo ele ser ordenado sacerdote fue destinado, en calidad de Coadjutor, a Benavides de Orbigo, donde dejó gran fama de piadoso y sobre todo, ya estonces se distinguió por sus excepciona– les cualidades como confesor y director de almas. El tiempo que estuvo en esta su primera parro– quia fué muy corto, pues el 27 de enero del año 1901 recibió el hábito capuchino en nuestro con– vento de Bilbao, el mismo convento en el que, 57 ] o

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