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el P. Diego miraba y remiraba el texto afortuna– do. Aquel mismo día brindó a sus novicios el pri– mer comentario que siguió en días sucesivos. Es de notar que siempre tenía la antigua redacción delante para hacer resaltar, cuando el caso lo exi– gía, los cambios sustanciales o importar.tes de una y otra redacción. Al año siguiente se hizo la tra– ducción a la lengua española, pero él no quiso pri– var a sus queridos novicios de las primicias de las nuevas Constituciones, comenzando su explicación, como acabamos de ver, utilizar.do el texto latino. Comentando las letras apostólicas ele S. S. Pío X, hoy elevado al honor de los altares, insistía sobre estas palabras, tomadas a su vez del Papa Grego– rio XVI: "Entre las familias religiosas, que mere– cen les consagremos nuestro paternal afecto, la ínclita Orden de Frailes Menores Capuchinos ele Sar., Francisco es, en verdad, acreedora a que pon– gamos el mayor empeño en fomentar su bienestar e intereses y en mantener su esplendor; puesto que ele ella salieron en todo tiempo varones cons– picuos por su piedad y letras; santidad y cieLcia en tal número y ele tal calidad que, por muchos títulos, se granjearon la estimación ele la Iglesia católica y merecieron bien ele esta Santa Sede." ¡Qué emoción ponía el P ·Diego en sus labios al leer el texto pontificio y cómo ir.sistía en las pa– labras piedad y santidad, que nosotros hemos sub– rayado "Los capuchinos-decía-estamos en el mundo para dar gloria a la Iglesia de Dios por medio de nuestra santidad de vida." Y añadía: 10 6

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