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tía al recreo de la Comunidad, prefería ir con los novicios, pues de esta manera, mier.-tras eHos char– laban con toda la ilusión e interés de sus pocos años, él permanecía en oración, solo, recogido, o mirando las flores del jardín. ¿Cuántas horas de oración teda diariamente el P. Diego? No lo sabemos exactamente, pero en cierta oca– sión se le escapó decir ante un religioso: "Bendito, hoy sólo he hecho seis horas de ora– ción." El P. Diego, según frase feliz de un religioso de la Comunidad de Bilbao, estaba empapado en Diós. Nosotros, más que empapado, diríamos que es– taba trar.sformado . en Dios. Recordamos su compa– ración predilecta para explicar la 3cción d, Dios en el alma. El alma es el leño verde-decía-; el amor de Dios es el fuego que primero seca el leño sacándole cuanto tiene de humedad; preparándole de esta manera para convertirle y transformarle en la. misma naturaleza del fuego. Su presencia de Dios era cor.,tinua. En general hablaba poco, no sólo con los seglares, pero ni si– quiera con los religiosos. Durante su larga enfermedad su espíritu de oración se perfeccionó y aumentó en tiempo y en intensidad. "A cualquier hora que eratrase en su celda-asegura el hermano enfermerO-,;-;-S1fWPre le encontré, o haciendo lectura espiritúfil';''ó t~:?Jlanfd,o el Santo Rosario o simplemente rec9gido en Di<fs~>. ,.{,',/ \'

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