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XI "Los frailes no maten el espíritu de la santa ora– ción y devoción al cual espíritu todas las cosas temporales deben servir." Estas palabras de la Regla seráfica tuvieron su más perfecta realización en la vida del P. Diego. Dios le concedió este espíritu de oración y él supo hacer de su vida una cor.forna práctica de este santo ejercicio. Entre las gracias más grandes que él decía ha– ber recibido de la bondad de Dios, consideraba el cargo de Maestro de novicios. "Doy gracias a Dios-decía-porque los Superio– res me han colocado en este puesto, pues de esta manera he podido entregarme más intensamente y trar:quilamente al estudio de temas espirituales y al ejercicio de las obras de piedad." Conocemos algunos elatos de su vida de oración, pero, naturalmente, muy pocos, si pensamos en los que pasaron desapercibidos a los ojos de los hom– bres. Durante muchos años se levantó a las cuatro de la mañana para hacer oración bien en el coro, bie1: ante el Sagrario, mientras los demás religiosos es– taban entregados al descanso. No es necesario for– zar mucho la imaginación para representárnosle 98

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