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Fue devotísimo también del Santo Rosario que rezaba varias veces al día, sobre todo cuando, com– pletamente impedido, tuvo que permanecer sentado en su ·celda durante días y años. Ya vimos cómo esta piadosa devoción la apren– dió en casa de sus padres, donde se rezaba todas las noches. Así nos lo escribe su sobrino, el muy ilustre señor D. José Germán Jañez, Núñez, actual Vicario General y Provisor de la Diócesis de Gua– dix, el cual, entre los recuerdos de su infancia, conserva este: "Todas las noches--escribe-, en torno al hogar encendido y sentados todos los de la familia y los trabajadores en amplios escaños, mientras se asa– ban las castañas en invierno o se hacía la cena, se rezaba el Santo Rosario." No sabemos cuántas veces rezaba el Rosario eI P. Diego al cabo del día, lo cierto es que en cierta ocasión se le escapó decir ante un religioso: "Ben– dito, hoy no he rezado más que cinco Rosarios." A cualquier hora que se le fuese a visitar se le encontraba con el Rosario en la mano. En la úl– tima fotografía que conservamos de él, se le ve sentado e.r: la cama, apoyado en unas almohadas, y en la mano el Santo Rosario. Estando sano, siempre se le veía con el Rosario en la mano izquierda, pasando las cuentas poco a poco, unas veces haciendo Comunio.r:es espirituales y otras rezando el Rosario. Podernos decir que esta l)Ostura era en él continua. Rara era la vez que se

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