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Ni un ángel a pisarlo bajado había por las quiebras pinas; ni pudiera rozarlo con sus dos alas finas aire que brilla y trae cosas divinas. Estaba reservada, ¿para quién?, su blancura. Era la nieve calidad impisada, camino de pie leve de quien ascensión busca que a Dios lleve. Era como una gracia que encendía de amor la fantasía y el corazón se sacia. La nieve no era fría en fuego el ser interno derretía. Era el manto de Dios que al alma eleva, en marcha hasta la altura hasta juntar los dos. Hace al monte llanura y funde Creador y criatura. No hay inocencia ni ave que acepte la distancia y la medida. Ninguna duda cabe, la frialdad vencida en Ti es fuego nupcial, calor y vida. 46

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